lunes, 22 de marzo de 2010

un amor electromagnetico






La historia de una pareja que se conoció por Messenger y se casó.
¿Un flechazo cibernético de Cupido?
¿Ciber amor?


Por:Celso Jiménez

El amor cura todas las heridas, una frase célebre de no se quien y que en este cuento de hadas queda más que a la medida y ya sabrán porque. Más que una historia de amor, esto es algo de vida, pues definitivamente las personas nunca saben dónde van a terminar y mucho menos que les tienes el destino guardado.
En los primeros días de enero del año 2009 y luego de pasar por una tortuosa relación de la que quedo una hermosa niña llamada Valeria, un día cual quiera después de una larga jornada de trabajo, como reportero gráfico de este diario que usted está leyendo, decidí ahogar mis penas con una persona desconocida, que de forma misteriosa apareció en mis contactos del Messenger.
Ese día estaba tan solo y vacio que ni todo el dinero del mundo podía hacerme feliz, poco a poco fui desnudando mis pesares con esta mujer a la que le escribí en ingles pues ella es americana, un poco incrédula pero al mismo tiempo interesada, ella sin saberlo se estaba convirtiendo en mi paño de lagrimas, tan solo 4 meses atrás la que había sido mi esposa sin razón aparente me abandono y fue muy clara en decirme que el amor se había acabado.
A la siguiente noche a la misma hora y por el mismo medio, la misteriosa mujer estaba allí, esperándome, pensé que mi relato la había cautivado o a lo mejor ella sintió lastima o tal vez ella se sentía tan vacia y triste como yo.
El hecho es que las ciber vicitas se hicieron constantes cada noche chateábamos y desnudábamos nuestras almas, en un lugar que aparentemente no existe, el internet, un espacio intangible y electromagnético donde los reyes de la soledad del mundo entero se dan cita en búsqueda de sexo, placer, información, y cualquier cosa que se ocurra, todo esta allí, inclusive el amor.
Así mismo como en una cita a ciega ella y este servidor comenzaron a coquetearse el uno al otro, los textos y los iconos gestuales del Messenger remplazaban las miradas, los zumbidos y la música remplazaron las caricias toda era tan distinto pero al mismo tiempo autentico, casi parecía magico. Allí mismo apareció Silvestre Dangond, a quien le debo una pues con su canción “me gusta me gusta” comencé a robarle el corazón a un alma lejana a la que ni siquiera le había visto el rostro, pero que el fondo de mi alma sentía que era buena.
Del internet pasamos al teléfono, ella comenzó como todas las mujeres cuando se están enamorando, con frases como dónde estabas, porque no te conectaste, porque no me llamaste porque no me contestaste el teléfono. Poco a poco y sin darse cuenta fue sintiendo celos de un hombre al que ella estaba empezando a amar y no sabía ni cómo ni cuándo o en qué momento se le había metido en el corazón y se trago la llave para que nadie pudiera encontrarla.
Un mes después ella decidió que Colombia sería su próximo destino, aunque me lo manifestó, yo no le creí, para mi resultaba imposible creer que una mujer que estaba a más de 5000 kilómetros de distancia, llegaría a esta tierra caliente a conocerme, parecía cosa de locos.


Desde Connecticut hasta Barranquilla



El amor había despertado en los dos, el sufrimiento que me había estado matando por unos meses, desaparecía a cada palabra a cada frase bonita que esta mujer me expresaba. No pasaba una sola noche en que no habláramos largas horas por teléfono, nuestra relación era como la de cualquier novio que visita, con la diferencia que no había ninguna suegra poniendo mala cara por lo largo de la jornada, pues en los primeros meses hablábamos por teléfono hasta las 3 y 4 de la madrugada, mientras nos veíamos en la cámara, definitivamente el enamoramiento es más potente que cualquier Redbull, créanme.
Palabras románticas iban y venían viajaban a través de la fibra óptica a millones de kilómetros por hora, nuestros corazones iban tan rápido que pronto se estrellarían uno con el otro.
En los primero días de marzo ella me envió un correo, casi me pasa como condorito, increíblemente y sin consultármelo ni avisarme siquiera, compro un tiquete, que consistía en un viaje a Colombia saliendo desde New york, el 27 de marzo y llegando al día siguiente, un viaje bastante largo y que comenzó en Connecticut en donde ella vive. Un amigo la llevo manejando por dos horas hasta la capital del mundo para ella atravesar medio continente y buscar ese amor en la puerta de oro.
Hacia el medio día llego a Barranquilla, con un profundo temor en su corazón pero con la firme intención de arriesgarlo todo incluso la vida, ella se bajo de ese avión. Fue un momento sencillamente maravilloso, cuando la vi por primera vez en vivo, mi único gesto fue taparme la boca, ella había llegado realmente a mi vida.
Fuimos directo a mi casa donde le presente a mi familia la cual quedó encantada con la ternura de esta joven norteamericana que me trataba y me atendía, como si nos conociéramos de toda la vida. Santa Marta y sus hermosas playas fueron testigo silencioso del cierre de un siclo de encantamiento mutuo, allí estuvimos una semana y fue entonces cuando los cuerpos se convirtieron en uno solo. Ambos nos dimos cuenta que éramos el uno para el otro mas allá del la red, casi pudimos tocar el cielo en cada caricia.
20 días después y por cosas de trabajo ella tuvo que retornar a su país, casi que amarrada y obligada se embarco en esa aeronave, las lagrimas corrían por nuestros rostros, no nos queríamos separar, pero luego de varios intentos la convencí de que lo mejor para el futuro de nuestra relación era que ella regresara a los estado unidos a seguir trabajando.
Como todos sabemos en Colombia las cosas no están muy bien, para ella sería muy difícil conseguir un trabajo en el que pudiera ganar lo suficiente para mantener el estilo de vida al que estaba acostumbrada.
Seguimos nuestra relación en la distancia, el 13 de junio fecha de su cumpleaños ella regreso a Colombia por un fin de semana para que juntos festejáramos, para ese tiempo ya nuestro proceso legal en el ‘país del norte’ iba caminando, formularios, fotos y montón de requisitos más eran necesarios para que nuestros cuerpo se juntaran para siempre, pues ya nuestras almas eran una sola, todo era cuestión de tiempo y mucha paciencia.
Un año después de habernos conocido enero 6 de 2010 nos encontramos en Bogotá para una cita en la embajada americana, a donde me acompañó mi hija quien por cierto desde un principio se llevo muy bien con Jessica, finalmente y luego de muchas preguntas bastante personales e intimas por parte del cónsul a la que en ese entonces era mi prometida, este un hindú un poco pedante al final decidió otorgarme la visa que por fin me llevaría hasta ‘los united’ junto a mi amada.
El 28 de enero de este año en curso partí en un vuelo desde barranquilla hasta Bogotá, con mucha nostalgia y lágrimas en mis ojos por dejar atrás a mis familiares y amistades vi como a través de la ventana se alejaba lo que había sido mi terruño durante ventitantos años ‘curramba’.
El 29 al día siguiente salí desde la capital hasta la Florida, desde lo alto miraba con asombro la magnitud y la belleza de este estado norteamericano. Allí me encontré con Elvis, mi mejor amigo del barrio que vive allí hace once años, tomamos cervezas comimos y a las 8:00 de la noche me embarque en otra aeronave la que finalmente me llevaría hasta Jessica.
Desde no sé cuantos miles de pies de altura pude ver lo blanco de todas estas tierras, había nieve en cada centímetro cuadrado. A las 11:00 de la noche en el aeropuerto de Hartford, capital del estado de Connecticut, estaba la mujer de mi vida esperándome. A penas la puerta automática se abrió la abrasé fuertemente mientras al mismo tiempo un frio brutal de menos 14 grados bajo cero me dio una cachetada, un ‘quillero’ en la nieve.
El 14 de febrero pasado día de san Valentín o de los enamorados en los Estados unidos, en una ceremonia civil me case con Jessica Cruz. Fue ese día en que me di cuenta que no hay una nave que llegue más lejos que la del amor, que los sueños se cumplen y que no hay mal que por bien no venga, que viva el amor y la vida, que viva mi esposa, mi familia, y que viva Colombia.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Celso: Me alegra mucho que tu historia de amor haya tenido ese "final" feliz.. que realmente es el comienzo de la verdadera felicidad.
Al leer tus palabras me doy cuenta que de verdad cupido está en todas partes.. incluso en lugares q no existen como tu mismo lo dices.

Sigue luchando por este sentimiento.. me alegro montones..
Un abrazo CALUROSO desde acá.
Daya

Anónimo dijo...

Exelente articulo viejo.No me sorprendes,yo se de tus capacidades infinitas para lograr el resultado que se te dio en tu vida.Muy bien,hermano.Me alegra muchisimo saber a traves de esta nota,lo maravilloso que es luchar por algo o alguien y conseguir esa meta,sin importar,la distancia,el idioma,la cultura,la comida.Lo importante es vivir el momento con nuestro ser amado,como si fuera el último día y demostrarle diariamente nuestro afecto y comprension,para concluir con un fruto que sera el resultado de esta travesía maravillosa atraves de la vida.SALUD!!!!
JOHNNIE SAID MAZ.

Anónimo dijo...

Que historia tan mágica, parece sacada de un cuento de hadas, claro actualizada a la era de la tecnología, pero yo vi a sus protagonistas en carne y hueso, por eso sé que es una relación real. Y sí es verdad, el amor también está en ese lugar intangible llamado Internet. Celso y Jessica: qué Dios los siga bendiciendo. Espero conocer el fruto de esa relación. Pero me asalta la duda, dada la forma en que se conocieron, cómo se llamará el bebé? Un beso!! Lily

turcios curriculum dijo...

PRECIOSA Y EMOCIONANTE HISTORIA Y, SOBRE TODO ME ALEGRA QUE TENGA, NO UN FINAL FLIZ, PORQUE APENAS LA FELICIDAD COMIENZA PARA USTEDES. ABRAZO!

COSTA CARIBE dijo...

gracias por sus comentarios